Redescubriendo la flauta dulce

Si te gusta la música, quizás habrás intentado alguna vez tocar un instrumento musical, o por lo menos, hacer sonar como puedas una guitarra, un tambor, una armónica o una flauta dulce, dado que estos son algunos de los instrumentos más asequibles y probablemente los tengas en casa.

Anhelar tocar un instrumento musical tiene que ver con nuestro gusto, con que nos seduzca su timbre, su sonoridad, y hasta su forma o presentación . A casi todos nos atrae el sonido del piano o la guitarra. Mientras muchos se sienten seducidos por las melodías y las cadencias de un violín o un violonchelo, otros entrarán en éxtasis ante el timbre metálico y pastoso del saxofón.

Con la flauta dulce no siempre sucede eso, porque la asociamos con el juguetito de plástico cuyo sonido se asemeja más a un silbato que a un instrumento musical. O porque nos trae a la memoria el instrumento que nos obligaron a tocar en la escuela para aprobar la asignatura de formación musical.

Yo tuve ese concepto durante muchos años. La flauta dulce fue el primer instrumento musical que ‘aprendí’. Con el tiempo dejé de lado el ‘tubo de plástico’ porque asumí que ya sabía lo suficiente de él, que la flauta dulce no tenía más para darme y que ya era hora de pasar a ‘instrumentos de verdad’ . Practiqué en forma autodidacta otros instrumentos como el piano, teclado, flauta traversa, zampoña, quena, charango, etc. y la flauta dulce la arrimé al ático del olvido.

Varios años después, llegó a mis manos un CD de sonatas de Bach interpretadas magistralmente con una sonoridad riquísima y angelical – asumí yo – en flauta traversa. Mi sorpresa fue grande al leer la tapa del CD: la intérprete era una tal Michala Petri, de quien yo jamás había oído ni leído nada: la gran flautista de pico danesa me regalaba ese pedazo de cielo aquí en la tierra. Sucumbí ante la idea de que la música que cala hasta lo profundo del alma se podía sacar también de las notas de una flauta dulce.

Fue ahí cuando entendí que el intérprete transmite a través del instrumento y tiene gran parte del mérito en la emisión de un sonido de calidad, pero la calidad del instrumento cuenta mucho también. La mala fama de la flauta dulce está en relación proporcional con la escasa calidad de las flautas dulces que se encuentran en el mercado. Para redescubrir la flauta de pico necesitaba un instrumento que tuviera un mínimo de nivel de calidad. No podía ni debía tocar nunca más con una flauta dulce comprada en un bazar chino a la vuelta de mi casa.

Ya no soy el jovencito que quería ingresar a la escuela de música. Los años han pasado pero la sensibilidad a la música no se ha ido. Redescubrí la flauta dulce y sigo en la brega por aprender más de ella. Es un instrumento con siglos de historia que te puede engañar por su sencillez, pensando que lo único que necesitas para tocarla es soplar y soplar hasta que te salga la melodía infantil del recuerdo.

Como todo instrumento musical, tiene detrás una larga historia de virtuosos y de piezas musicales del renacimiento y barroco muy complejas escritas específicamente para ella. La flauta de pico tiene su historia, su técnica, su complejidad, su sonoridad, su expresividad y demás características que uno va descubriendo en la medida que se adentra en ella y entiende que sus posibilidades y alcances van mucho pero muchísimo más allá de ser el instrumento de enseñanza en la escuela del barrio.